Daniel Ruiz

Director de RR.HH. de BQ

La mayoría de los profesionales que nos dedicamos a la gestión del talento, promulgamos la necesidad de poner a las personas en el centro de los proyectos.

Vivimos en plena revolución industrial y hago esta afirmación porque los avances técnicos que se han producido en  estos  últimos  años son equiparables a la invención de la máquina de tejer o la bombilla.

La sociedad española está viviendo drásticos cambios en la manera de comunicarse, consumir o trabajar, y por tanto se está modificando la  manera  de  relacionarnos con el mundo que nos rodea y eso es la consecuencia de una revolución industrial.

Hemos incorporado  herramientas  digitales a  nuestro  día  a  día,   desde   aprovechar  las diferentes aplicaciones de nuestros dispositivos móviles hasta dormir más tranquilos teniendo una copia de seguridad en la nube para nuestros archivos,   pasando por registrar con algún wearable nuestra actividad cotidiana… tanto dentro  como  fuera del entorno laboral aprovechamos las oportunidades que nos da la tecnología, pero esto va mucho más allá de implementar un software para automatizar procesos, utilizar robots para trabajos complejos o manejar un smartphone más potente.

Las expectativas que creamos sobre  nuestra propia vida están creciendo a  medida que incorporamos la tecnología a nuestro entorno. Pretendemos estar (y que estén) siempre disponibles, y esto es estar localizable  pero  además  tener  acceso  a   la información necesaria para tomar una decisión de cualquier nivel, en todo momento y desde cualquier lugar.

El control social hoy es mayor en una población de 46.000.000 de personas de lo que lo era en una pedanía de 200 habitantes hace 10 años.

En este entorno se  nos  plantea  el  gran  reto  de  entender  de  forma   anticipada,   las tendencias que  determinarán  las  nuevas pautas de comportamiento que derivarán    de    la    revolución    tecnológica que estamos  viviendo,  para  aprovecharlas  y   transformarnos,   anticipándonos   a    sus problemas o limitaciones.

La gran mayoría de los profesionales  que nos dedicamos a la gestión del talento promulgamos la necesidad de poner a las personas en el centro de los proyectos, porque   entendemos   que   la   creación   de ventajas competitivas sostenibles pasa por ser eficaces en un entorno  de  eficiencia  bajo un modelo de negocio viable, pero además en este entorno de transformación se  empieza  a  hacer  imprescindible   que las personas de las que nos rodeamos y nosotros mismos tengamos  la  capacidad  de crear, innovar y emprender en todos los niveles de la organización.

El talento, entendido como los profesionales que requerimos para nuestros equipos, se sentirán atraídos y motivados por nuestros retos en la medida en el que sepamos transmitir ilusión y para ello debemos generar unas expectativas como compañía que se correspondan con la experiencia que vivirán el empleado y su empleador.

De la misma manera, los clientes  nos exigen un buen producto o servicio (o ambas cosas a la vez) y esperan que los valores de nuestra empresa se plasmen en el resultado de nuestro trabajo, los colaboradores nos exigirán a nivel de proyecto, desarrollo profesional o reconocimiento, que estemos  a la altura y aportemos toda nuestra capacidad.

La experiencia del cliente y la del empleado tienden a igualarse en un estado estacionario y por tanto uno es reflejo del otro y viceversa.

Entender y respetar la unicidad de cada persona, respetar su espacio y satisfacer las necesidades de nuestros colaboradores, son prioridades en la función de RR.HH. y para ello debemos extraer de la tecnología lo que esta  puede  aportarnos,  para  convertirla en un aliado, porque de otra manera el  objetivo sería inalcanzable.

Por  si  todos  estos  motivos  no  nos  parecen   suficientes   para   utilizar   todas las potencialidades de la tecnología para crear un entorno de excelencia que cuide y mime a las personas, consiguiendo que los clientes se fidelicen con nuestra filosofía y que los  trabajadores  crean  en  el  proyecto y desplieguen todo su talento, tenemos las redes sociales y los blogs, que además de ser entornos virtuales ideales para   conocer a las personas, permiten con un mínimo esfuerzo ser altavoces de buenas y malas prácticas y nos posicionan a los individuos     y las organizaciones donde nos corresponde ante la opinión pública.

Poner el foco en las personas es por tanto   la clave, y eso nos lleva a innovar en los servicios que ofrecemos hacia fuera y hacia dentro de nuestras organizaciones, porque  la Revolución Industrial conlleva nuevas formas de pensar y de actuar.

Un hito fundamental de los recursos humanos respecto a la tecnología es la inteligencia artificial, que si bien existe desde los años 40 no ha sido hasta esta última década cuando han surgido los sistemas  cognitivos  que  nos han permitido interactuar con robots mediante un lenguaje natural para hacer predicciones o recibir recomendaciones, sustituyendo por tanto la acción humana en actividades, no sólo de bajo valor añadido, sino en otras como el asesoramiento o el arte, en las que se requiere adaptación al contexto y aprendizaje en cada iteración, capacidades que hasta hace pocas fechas podíamos pensar que no estaban al alcance de las máquinas.

Es en este punto donde puede nacer un sentimiento de preocupación por la utilidad de las personas en una sociedad en la que los robots, a veces incluso con aspecto humano, pueden sustituirnos en “demasiadas” funciones porque entienden, interpretan y razonan. Pues bien, no debemos temer por un desplazamiento de las funciones sociales de las personas ya que siempre se crearán nuevas necesidades a la misma velocidad a la que se liberan funciones y por tanto las expectativas a satisfacer siempre estarán por encima de las capacidades de las máquinas.

En   2018   la    prioridad    seguirá    siendo  la   de   tratar   de   mantener   un   equilibrio dinámico  entre  la  incorporación  de nuevas herramientas         tecnológicas        en     nuestroentorno y la capacidad de las personas para asimilar y desarrollar nuevas formas de trabajo más ágiles y predictivas en base a ellas, con el claro objetivo de hacer avanzar a nuestras organizaciones a entornos de mayor certidumbre donde la toma de decisiones se base, cada vez más, en decisiones analíticas basadas en información accionable.


Francisco García Cabello Director del Foro de los Recursos Humanos

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